sábado, 14 de septiembre de 2019

Capítulo IV


Al principio estábamos completamente desorientados, pero en apenas quince pasos nos dimos de bruces con una inscripción sobre las rocas que nos aclaró nuestra posición: Aquí yace Reventxz, junto a su ego, su equipo y su carrera.
-         
                          ¡Estamos en los golems! – exclamé, emocionado por haber resuelto uno de los problemas.
-                        Sí, pero aún no han aparecido – respondió Barbe -. Tenemos tiempo, hay que buscar a la cabra.

Yo no recordaba ninguna cabra en la jungla, pero ¿quién era para discutirlo? Los tres comenzamos a andar con cuidado a través de los caminos de tierra, hasta que al doblar una de las paredes de piedra vi sorprendido como aquel sendero terminaba de forma abrupta, y justo al final, una cabra blanca con pequeñas manchas negras engullía con tranquilidad la hierba que inundaba aquel lugar. Barbe reparó en mi expresión de incredulidad, y mientras nos acercábamos al animal me explicó que antes todo eso era campo, pero la cabra, poco a poco, iba creando con su aliento los caminos de la jungla.

Cuando llegamos al chivo, Barbe se arrodilló con reverencia y, mirándole a los ojos con ternura, susurró:
-       
                 Dinos cabra, ¿cuál es el pathing?

Recuerdo con cariño el rostro del bicho: el gesto divertido, la barba descuidada, y el inconfundible brillo de la inteligencia en sus ojos oscuros. Aquella cabra era una maravilla, incluso rumiando.
-        
                 El pathing es como el viento – respondió la cabra, con tono intelectual -, está en todas partes, y su dirección es caprichosa; y como la muerte, segura, pero inesperada. El pathing es el camino, el Tao, es uno y nada, el llanto de un bebe fusionándose con la sonrisa del abuelo, la hormiga que sobre sus hombros transporta el universo…
-                            Te daré tres monedas de oro – Barbe echó mano a su bolsa.
-                        Bien, veamos… va a empezar en su azul, después picuchillos, cangrejo, e irá a robar vuestro rojo. Podéis esperar escondidos en el arbusto de al lado.

Barbe dejó las  monedas y salió disparado sin decir ni una palabra, el grandullón ya había empezado a caminar en esa dirección antes de que la cabra terminase de hablar, y yo los seguí y me dejé llevar, tal y como había hecho desde que aterricé en aquel puto manicomio, seguir a Barbe, al grandullón, incluso a MainYasuo… seguir el camino de tierra, seguir entre el barro, seguir hasta donde fuera necesario. Durante los 20 segundos que duró el trayecto hasta el arbusto, un pensamiento asaltó mi cerebro y se agarró a él con garras de adamantium; soy un follower de mierda, repetía una y otra vez en mi cabeza. Un seguidor, un espectador, un comepipas… pero no del lol, ni de su comunidad o su lore, yo era un follower de la vida; la veía pasar a mi alrededor, comentaba algunas de las cosas que sucedían, pero sin tomar parte en ella, sin que la vida supiera quien coño era yo. Le reía las gracias, daba fav a sus mejores frases, incluso haciéndolas mías, y retuiteba algunos momentos importantes como bautizo, comunión, primer amor o sacar el carné de conducir, para que salieran también en mi Timeline, pero ella ni siquiera me seguía. #Fracasado. Esos 20 segundos fueron suficientes para romper con la inercia de los 20 años anteriores; en aquella jungla nació un hombre… no el mejor, desde luego, pero un hombre al fin y al cabo.

No tuvimos que esperar demasiado en el arbusto. Con paso chulesco, apareció frente a nosotros la mujer más hermosa que había visto nunca. Su afilado rostro envolvía unos penetrantes ojos rojos, a juego con el pelo que se escondía tras una suerte de adorno a medio camino entre un casco y una corona. El cuerpo apenas se ocultaba tras un traje negro increíblemente ajustado que remarcaba su figura, con costuras sólidas y afiladas, bañadas en sangre. La mirada era la de una reina, y la postura la de un cazador. Me sentí inmediatamente atraído, por lo que no pude evitar acercarme ensimismado, como si hubiera visto a una diosa. Y entonces habló.
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                Tuuuuuuuuu  què fas?

La voz era masculina, y hablaba en catalán. Fue como si me hubieran dado una patada en los huevos. Unos minutos antes habría vuelto al arbusto, para esperar a que otro tomara el mando y decidiera cuál era mi papel en esa función, pero ya no. Seguí avanzando, entonces él, o ella, o lo que fuera, emitió un extraño sonido y lanzó una maraña de seda pegajosa, pero por suerte un señor que caminaba tranquilamente por Murcia se agachó justo a tiempo de esquivarla, mientras yo me abalanzaba sobre el exoesqueleto de aquel excitante engendro. El cielo se estremeció y la voz de Ibai comenzó a resonar en el ambiente, narrando la batalla que acababa de comenzar.

¡Pero qué hace! ¡Menuda inteada! Se ha tirado solo contra una Elise que le saca ítems y nivel, está muerto… pero ojoooooo que viene el resto del equipo, era un bait. Elise se ha transformado en araña y le ha dado la Q al blue, está borrachoooooo, edítame esta Miyu. Un tanque se ha puesto en medio, bloqueando todo el daño mientras su compañero le cura constantemente, y al mismo tiempo Barbe desde atrás la va desgastando poco a poco. Elise intenta huir, pero parece que no tiene escapatoria… rapel buscando la piña, el tanque la destruye antes de que pueda caer en ella y salir de la trampa, más que una araña parece una cucaracha acorralada… y kill para el del peinado humilde!!!

Barbe se acercó a su presa para saquear el cadáver, y esta vez no me quedé atrás, Le dejé quedarse la mejor parte del botín, ya que el la había matado, pero yo también me hice con unas cuantas monedas. Justo cuando terminamos de expoliar a esa maldita araña, el suelo volvió a pixelarse, y en un parpadeo estábamos de nuevo sobre las tierras labradas, y aquella casita al fondo que se fundía con el cielo de un atardecer interminable, y a la que parecía que nunca llegaríamos. Ibai se encontraba frente a nosotros, sonriendo como casi siempre, pero esta vez parecía además satisfecho.

-                Buen trabajo, sí señor. Hace mucho tiempo que no narraba una batalla, me he quedado bien a gusto… además siempre es bonito darle una lección al chulito ese – y con tono sugerente, añadió – Ahora tenéis algo de pasta… ¿Vamos a la tienda?

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